domingo, 15 de febrero de 2009

Encontrar el centro de los laberintos como carreteras

Las virtudes o miserias de cada quien pueden ser medidas en las atenciones, en los centros de las miradas y los trayectos de pensares alrededor de los variados tópicos, o texturas, o relaciones amorosas, también de las fijadoras tentaciones a las que invita el arte.
Jaime Colín Cruz es un artista de la obsesión, de los tonos, líneas, de las texturas y calidades en las que centra su visión, las que le permite la gráfica. Nacido en el Distrito Federal en 1979, actualmente radica en Cuernavaca. Se acerca al arte primeramente por la Música, intentando tocar varios instrumentos se da cuenta de que como músico no es su camino, aunque siempre es constante su gusto por esta, y en las rítmicas líneas que componen sus obras se encuentra evidente.
Siempre llamado por lo abstracto comienza su proceso de formación en el Centro Morelense de las Artes, así estudia el técnico Superior Universitario, y dentro de todos los cambios que suceden en dicho centro, se termina también la Licenciatura cuando existe la oportunidad en las instalaciones de esta.
Para él cobra más sentido hacer del primer dibujo un detonador, para iniciar series de formas, de constantes, de obsesiones y de gustos en estas, siempre intentando encontrar un centro, partiendo de todas las posibilidades que le dan los materiales que escoge en el primero de los dibujos de la serie. De su primera secuencia de dibujos se encuentran acomodados recortes de papel china, compuestos cromáticamente en el plano e intervenidos estos con diferentes materiales para lograr degradaciones en la homogeneidad tonal del papel.
Siempre observador, Jaime se lanza a cada serie con la experiencia de la antecesora, con alguna sutileza que llamo su atención y decidió continuarla obsesivamente en la forma siguiente de sus fijaciones; como patrones de la naturaleza, encuentran forma laberinticos entramajes de línea, sean en tinta o en grafito, lo que importa es encontrar una calma, “Te quita el pensar de mamadas, te quita pensar en la gran obra y te pone en la idea de ir por un camino, una carretera”. Así Jaime encuentra el sentido en su quehacer, conectando.

De los lugares frecuentes de la introspección, de las sorpresas que se encuentran en estas, siempre se da a la tarea de exteriorizarlas, para después conectarlas con algo que les de tierra dentro del mundo fuera de él; como una necesidad de pertenencia, que se encuentra en todos, lo que remiten las obras de Jaime comúnmente es a esa hipnótica saturación abstracta que se encuentra, acercándose demasiado a algo, disfrutando de sus tonalidades, de sus repeticiones como moldes, los sentidos de red en los que se construye la naturaleza de las cosas, encuentran su manifestación artística, en la monocromática obsesión de Jaime por recrearlas.
Sin pensar abandonar el gusto por la creación artística, sino mas bien conectarse cada vez más a este, Jaime se centra también en las observaciones y acumulaciones fortuitas que se logran “Como en las piedras que parecen esculturas”, que intentan ser recreadas en las obras de papel, de cualquiera que tenga la textura precisa que le satisfaga, y que logre distraer el tiempo de hacer cualquier otra cosa menos real, menos disfrutable.
Jaime ha ganado varios estímulos para la creación, en diferentes instituciones, se ha abierto paso con su talento, que le ha permitido crearse una trayectoria joven y segura.
Abraham Villaseñor

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