domingo, 15 de febrero de 2009

“A Lombardo no le empacha lo quieran los demás”

Aferrarse fielmente a pesar de las circunstancias, al sueño, al gozne encontrado de la creación de innecesarias realidades para todos los que encuentran comunión, en un mundo de racionalidades objetivas. Agarrar en las ideologías de una época el barco adecuado que zarpa con la intención de cambiarlo todo, a partir de las posibilidades que arrojan los otros mundos que aseguran una experiencia más plena, y que va a la contra de lo estipulado para compensarle.




Luis Lombardo encuentra en sus pinturas, en su experiencia como artista el innegable e indeleble transito por los comienzos de lo que parecía ser el cambio de las realidades sociales, experimentadas estas en los 60´s alrededor de casi todo el mundo. Y que han dejado en el artista viéndose desde este tiempo - desilusionado por su pueblo -, que se deja llevar por los mismos caminos de la burla y del gusto por ser engañado, la tristeza de que las cosas no han cambiado en tanto tiempo, es evidente en las platicas con esta persona de contradicciones, como se define a sí mismo el grabador, la nostalgia de las luchas pasadas en pro de realidades más fértiles para el arte y la vida en general, es en donde ahora cavilan sus reflexiones.


Formado autodidacta en el terreno de las artes; de familia de exiliados españoles Luis Lombardo nace en la ciudad de México en 1955, experimentando desde pequeño las realidades de este pueblo mexicano, y las de España, creándole una temprana conciencia política a través de sus abuelos que entre anarquistas y grupos de izquierda encontraron convivencia, de tolerancia y hermandad en este país al que se escogieron exiliar, o que el destino trajo por mar y con esto los cambios, como todos los lugares en que un contexto social rico de ideologías, dejan en los individuos, y en la huella del proyecto de nación, aun indefinido entre la grandeza del mexica y la confusión del mestizaje.


Siempre relacionado con el arte, desde sus padres hasta los enredos que entrama su familia en idas y venidas por los tránsitos mas raros de la vida, ha estado cerca como suerte de cosas a este panorama de visualidades y realidades sonoras, dice Lombardo, “Stan Getz y Charlie Parker fueron el soundtrack de la casa a la que llegaría a vivir”, con su padrastro el actor Sergio Bustamante, dejándole cerca este, afortunadamente, de sus mas excéntricas amistades, personajes como Alejandro Jodorovsky, Leonora Carrington entre otros, dieron cabida en el panorama de su infancia a ser testigo de los más raros parajes de platicas, así como el de la casa de la pintora, de quien Luis construye de sus memorias su obra, su alocada residencia de la que era vecino el impaciente niño, que fuera ayudado en sus tareas por el hijo mayor de la artista.
De las memorias de casa, Luis rescata las que se relacionan con la vida de la pintora, y de cómo dice literalmente, “le volaron la cabeza” el encuentro con colecciones de raros objetos, de flora y fauna, así como también su primer avistamiento microscópico en los misterios de su propia sangre, a los que le acerco Carlos Weisz el hijo de la pintora surrealista, quien doto desde muy chico el imaginario del grabador y pintor.


Define como crucial en su quehacer artístico las experiencias de vida. De las de esa casa que “parecía la biblioteca nacional” y que acercara a otra realidad, así como las que ofrece el México de esa época, en química perfecta con el carácter aventurado y radical del artista, quien se encontrara en problemas con la ley desde muy chico por querer participar, “de ese viento extraño que llego a la ciudad de México en esa época, y que nos puso locos a todos”, dice, “Me detuvieron en el cine Ermita con propaganda de la prepa de Tacubaya, y me llevaron a la delegación, pero le tenía más miedo a mi madre que al azul de la reja”.



Habiendo encontrado alarmante la velocidad con que iba su hijo para con relación a su vida, la madre de Lombardo decide enviarle a Cuernavaca a la casa de sus abuelos para corregirlo, esta, de entre tantas medidas para intentarlo sin remedio a fin de cuentas, son de las muchas experiencias que puede contar; siempre empapadas de la comicidad y de las agudas observaciones hacia la vida y el arte que ha sido su vida, y que han dejado los libros, los viajes de los lugares físicos y los de la psicodelia. Cargada su mochila de Frank Zappa, Captain Beefheart, un paquete de acuarelas, lápices y buena disposición de cambio, se agarro fielmente a sus principios de experimentarlo todo.

Ha participado en su quehacer artístico de diversos proyectos, tanto personales como colectivos, como el proyecto de capacitación emprendido por la Universidad de Guerrero como profesor de Grabado y Pintura, Ilustraciones en libros de Texto así como grandes hazañas del grabado en su taller personal, como la pintura de la carne, del abstracto y del paisaje.


Como ha de recalcar en su persona, “Los contrastes, las contradicciones” le han llevado a incursionar en su obra dejando como hilo conductor el no limitarse por nada, en no encerrarse en un concepto, dice, “Jamás modele mi carrera como artista, nunca fui de los que se querían relacionarse y vender, he encontrado la fortuna de vivir siempre del arte”. Como pintor se ha hecho desde su infancia, y como grabador encuentra su real serlo, hasta el momento de fabricar su primer tórculo, y montar su taller de grafica, “El patito azul” que era algo así como el taller patito y la paráfrasis del Jinete azul, dice Luis de este encuentro verdadero con la grafica.
Las visitas constantes de amigos y compañeros de oficio como Marcos Límenes, Julio Amador, Leonel Maciel y Roger Von Gunten, al patito azul, son algunos de los que han convivido y encontrado coincidencias en su quehacer con Lombardo.


Hablando de crisis, cuenta las de la economía y las del arte, refiriéndose a estas últimas con la oleada de arte conceptual que llegara a México, y poblara todo. “Estoy en contra de los dogmas ideológicos en el arte, son tan irrelevantes esas discusiones… No veo el arte como proceso de exclusión, lo maravilloso de este es que es un espacio para todo, tengo ojos para lo que sea mientras tenga sustancia y calidad, así como no defiendo un mal cuadro frente a una buena instalación, no sobre valoro una pésima instalación sobre de un buen cuadro.”

Creo que en estas líneas, y siendo como testigo fiel de estas aperturas la obra y la vida misma de Lombardo, se encuentra como un artista de cambios, de ideologías bien fundamentadas, y amor hacia la creación abierta del arte; - ¿Cuántos mundos existen en este mundo?, eso me interesa mucho ahorita-, encamina Luis hacia este tipo de reflexiones que considera más importantes a las que dirigen su curso hacia una sola tendencia artística vigente en este tiempo. “Siento que puedes vivir muchas vidas en una sola, siempre con virtudes rectoras en tu esencia del ser humano desde la bondad, virtud y belleza”.


Las posibilidades de la creación artística son latentes en personas de la tradición y de la apertura como lo es Lombardo, quien transitando por lo figurativo las búsquedas espirituales se hacen patentes en esas brumosas escenas, en las que un santo se quema mirando fijo al espectador, invitándole a pensar de sus virtudes y engaños, mientras que Caín y Abel se deshacen el uno al otro echados ya al suelo en pedazos. O con la misma soltura la técnica y del lenguaje se hacen presentes las visiones abstractas en que Luis encuentra el desafía de poner en la harmonía adecuada, los elementos de la pintura mas consiente y así mismo falta de esto.


En estas fechas Luis enfoca su atención en “Los anónimos Prehispánicos”, de los que ahora se nutre para crear, sin olvidar de los placeres de Rembrant, de ¡Goya!, de Massaggio. Esperemos deje mucho mas de que hablar con su obra, y de reír con sus pláticas por mucho tiempo, Luis Lombardo quien cierra la conversación musicalmente recordando a Zappa.


Abraham Villaseñor


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